miércoles, 1 de junio de 2016

DE LOS ORÍGENES Y EL FINAL DE LA MINERÍA

             Con este trabajo, solo pretendo presentar un resumen del origen del poblamiento de Alumbres y la sierra minera, y el fin de esta antigua actividad con el desastre ecológico como telón de fondo, pues existen extensos trabajos realizados por especialistas que pueden aportar más claridad para aquellos que deseen profundizar sobre el tema.

La explotación de los recursos mineros de la sierra de Cartagena-La Unión es muy antigua, confirmado por los numerosos pecios encontrados en nuestras aguas, entre los que se puede destacar el de un barco de origen fenicio del siglo VII a. C. hundido en la Isla Grosa, que transportaba plomo, estaño y manufacturas púnicas. Además disponemos también de un testimonio arqueológico singular, y es el yacimiento del poblado ibérico del siglo V a.C. en Los Nietos, donde se encontraron piezas metálicas junto con cerámicas ibéricas y áticas, que por la ubicación costera del poblado y su cercanía a la sierra minera de La Unión le confiere un carácter comercial, donde se intercambiaban productos derivados de la minería por mercancías procedentes de Grecia, Sur de Italia y el Mediterráneo Oriental.
El Cabezo Rajao al fondo de la imagen. Foto: Francisco Atanasio Hernández
El Cabezo Rajao. Foto: Francisco Atanasio Hernández
            El dominio cartaginés de la comarca supuso también una primera fase en la explotación de las minas de plomo y plata de Cartagena-La Unión, que al parecer sacaban del Cabezo Rajao.
            Los romanos explotaron las minas en galerías y a cielo abierto, por lo que se cree que es de esta época la explotación de un filón de galena argentífera en el Cabezo Rajao. A finales del siglo II se abandonaron las minas al considerarlas agotadas.

            En otro tiempo, a este entrañable lugar para los pobladores de la zona, se le llamaba el Cabezo de la Raja o de la Granada, y además de plata proporcionó también otros minerales entre los que cabe destacar el plomo, zinc y alunita.
            La alunita, es el mineral por el que, después de un proceso de transformación se fabrica el alumbre, y cuyas propiedades eran ya conocidas en la antigüedad. En el siglo IV a.C. el filósofo griego Teofrasto mencionaba ya el alumbre, y los romanos conocían sus propiedades cicatrizantes, antibacterianas y desodorantes.

El Cabezo Rajao cuna del poblamiento de Alumbres
El Cabezo Rajao es ante todo un emblema del pueblo de Alumbres, pues aunque hubo otras minas de alumbre en las cercanías y en el resto de la comarca, todo indica que es aquí donde se encontraba el mineral más puro y en cantidad rentable.
            Cuando en 1445 las minas de alumbre de Bizancio caen en manos de los turcos, se produce un encarecimiento del producto en el mercado, y tanto en España como en el resto de Europa se buscan yacimientos que puedan sustituirlos.
Es hacia 1520 cuando se descubre un yacimiento de alumbre en el Cabezo Roche, en las cercanías de Alumbres, cuya explotación fue concedida a D. Francisco de los Cobos por el Rey Carlos I, y por medio de varias provisiones reales, fechadas finalmente el 8 de enero de 1535, se le eximía de la obligación del pago de las Alcabalas, Almojarifazgos y otros derechos. Además se le autorizó a cortar la madera que hiciera falta y acarrear y acercar el agua necesaria para la fabricación del alumbre.
            El monarca le concedió también la construcción de un poblado formado principalmente por cristianos viejos, a cuyos pobladores les otorgaría el derecho a sembrar, pacer y cortar en los términos del poblado como vecinos del Obispado de Cartagena, e igualmente les eximiría del pago de Alcabalas de todo lo que se vendiera en el poblado para el mantenimiento, vestido y calzado de la gente, además de todas las preeminencias, franquezas y libertades que disfrutaban los vecinos de la ciudad de Cartagena, y también le autorizó a construir todo lo que fuera preciso para la fabricación del alumbre.
Mina La Manolita- La Parreta.  Foto: Francisco Atanasio Hernández
            Poco a poco se comenzaron a construir viviendas para los obreros y sus familiares y para el personal encargado de la explotación minera, así como lo necesario para la fábrica del alumbre. Con el incremento de la industria, Los Alumbres Nuevos que era como se le llamaba entonces para distinguirlo de Los Alumbres Viejos de Mazarrón, fue desarrollando y diversificando su actividad con otras de carácter ganadero y agrícola en la que el trabajo del esparto ocupaba ya un espacio laboral.
La actividad minera se reduce de forma notable a partir de 1575, y  hacia 1591 se deja de producir el alumbre por el cierre de las minas. El memorial de Martín Cifuentes de 1599 es muy clarificador al respecto, ”…ahora, como las dichas fábricas han parado totalmente más de 8 años, ha venido el dicho pueblo en tanta disminución y menoscabo que ni las torres son de provecho ni hay vecinos en él, sino dieciocho o veinte que solo viven de buscar plomo y coger esparto, sin tener como no tienen otras haciendas ni labores.”
Posteriormente, hacia la segunda década del siglo XVII, se explotaría la almagra, que era un residuo resultante de la fabricación del alumbre, y que se utilizaba para la pintura artística, para la fabricación de cerámica y también para la fabricación del tabaco.
A finales del siglo XVII se empiezan a explotar las minas de plomo de La Parreta, y posteriormente, en el nuevo auge que tomó la minería en la zona, a partir de mediados del siglo XIX contó con varias minas dentro del Complejo Minero de La Parreta. La Manolita, La Lolita, S. Simón, S. Camilo, S. Eloy, La Despreciada, S. Roque, S. Antonio…y dispuso de Lavadero (S. Ignacio), y fundición.
Logo de la empresa en la fachada de las oficinas.  Foto: Francisco Atanasio Hernández
De las más cercanas al pueblo se podría mencionar también la denominada Celestino, porque aún se pueden ver sus huellas a la entrada del pueblo por El Portazgo, aunque desde hace unos años, sus terreras, se están poblando de plantas autóctonas sobre todo.
En 1825, durante el reinado de Fernando VII, se promulgó la ley de minas que liberalizó el sector y por la que se pudo iniciar prospecciones mineras sin necesidad de obtener licencia real.
A mediados del siglo XIX,  en 1840 concretamente, D. Agustín Juan, registró las minas a su nombre para explotar el alumbre, bajo la denominación de Esperanza, San Antonio y Santa Catalina, e instaló una pequeña fábrica al Norte del Cabezo de la Raja. Al principio obtuvo buenos resultados, pero la falta de agua le obligó a transportarla desde largas distancias, por lo que no le fue posible continuar la fabricación del alumbre a causa de la poca rentabilidad que obtenían sus productos.
Por lo tanto nuevamente se abandonaron y fue D. Francisco Dorda quien en 1852 las adquirió en propiedad para la extracción de plomo y otros minerales.
Este nuevo período minero daría lugar al establecimiento de nuevos poblados en la sierra minera como El Garbanzal, La Unión y El Llano del Beal.
Terreras de la mina Celestino en Alumbres, pobladas con plantas autóctonas principalmente.
 Foto: Francisco Atanasio Hernández

Primera mitad del siglo XX.
A principios del siglo XX, los medios de vida de la mayoría de la población alumbreña dependían principalmente de las minas de La Unión, El Gorguel y La Parreta, aunque también había algunos empleados en el Arsenal, en La Maquinista de Levante de La Unión, y en la Fundición de San Isidoro de Escombreras, además, Garrabino ocupaba a muchos hombres y mujeres del pueblo. Por supuesto, tampoco faltaban las labores agrícolas y ganaderas, aunque en menor cuantía.

Los sueldos de los mineros eran muy pequeños, pero los empresarios, en sus ansias de enriquecerse lo más rápidamente posible, se ingeniaron un sistema de retribución por medio de vales, los cuales tenían que ser canjeados por artículos en los almacenes o tiendas que, o eran de su propiedad, o el propietario era un familiar, o amigo, que recibía una comisión por la venta, con lo que crearon un círculo por medio del cual, los obreros que cobraban por este sistema veían reducida la capacidad adquisitiva de sus salarios de forma alarmante. Por tanto, los trabajadores que cobraban su salario en dinero, podían considerarse satisfechos respecto a los que cobraban con vales.
Los bajos salarios de entonces, no les permitía a los obreros derrochar el dinero, e iban y venían del trabajo en el medio más económico, aunque eso les supusiera un esfuerzo añadido al duro y penoso trabajo que tenían que realizar en las largas jornadas laborales. Cuando los mineros que trabajaban en las minas del Gorguel, volvían a sus casas de Alumbres de madrugada, se les veía bajar por la Cuesta Agria, por las teas que llevaban para alumbrarse en los difíciles caminos de la sierra.
Los minerales eran transportados por caminos de tierra, por recuas de mulas hasta el puerto de Cartagena, y aunque el ferrocarril redujo el transporte de minerales en carromatos, al principio coexistieron y se complementaron.

La crisis de la minería y las movilizaciones obreras.
La crisis de la minería comienza con la guerra de 1914, y alcanzó magnitudes dramáticas en 1927, pero en ese intervalo de tiempo se había producido un fuerte movimiento migratorio de la mayoría de la población minera hacia lugares como Barcelona, Orán, Argentina, etc.
En 1913, se fundó en Alumbres la Sociedad Obrera de Socorros Mutuos “Armonía”, que tuvo mucha importancia en un momento en que no existían seguros sociales para los trabajadores, eran las Sociedades de Socorros Mutuos o mutualidades, las que cubrían la asistencia médica y farmacéutica, e incluso algunas cubrían un seguro de vida.
El inicio de la Primera Guerra Mundial, trajo como consecuencia incremento de paro, incremento de la inflación y pérdida del poder adquisitivo de los salarios, movilizaciones obreras y emigración.
Desde mediados de 1915, hasta cerca de 1920, los trabajadores de la Comarca adoptaron posturas reivindicativas más radicales, coincidiendo con el incremento de la conflictividad laboral a nivel nacional, son dirigidos por la unidad de acción de las dos grandes centrales sindicales proletarias del momento, UGT y CNT.
La fuerte inflación y el incremento de paro en 1916 se hace insoportable para los trabajadores, pues la subsistencia se convierte en una empresa muy difícil de conseguir.
Durante este año de 1916, en la sierra minera se van a suceder huelgas y manifestaciones continuamente. Entre todas ellas cabe destacar la huelga general de febrero a marzo de 1916, durante la cual se dio lugar el luctuoso acontecimiento del Descargador de La Unión.
Aquel día estaba toda la sierra en huelga y los trabajadores se habían reunido en asamblea en la Casa del Pueblo del Llano del Beal. A la vuelta a casa los obreros de Alumbres y La Unión, al pasar por el Descargador y ver salir humo de la fábrica de Pío Wandosell, pretendieron saber si los trabajadores que había dentro lo hacían voluntariamente o coaccionados, pero el teniente Mancebo de la Benemérita que mandaba la guarnición, primero los engañó haciéndoles esperar, y más tarde, en lugar de permitir tan noble y civilizado requerimiento como es el de la información, mandó a los suyos disparar despiadadamente sobre los trabajadores indefensos, matando a 7, e hiriendo a decenas de ellos. Entre los fallecidos se encontraba un alumbreño, Valentín Escobar Callejón de 46 años.
En 1980, se puso el nombre de Siete de Marzo a una calle de La Unión para que no se olvide.

Por entonces las movilizaciones obreras fueron cuantiosas con resultado ciertamente variado, si bien, en la mayoría de los casos en los que los trabajadores consiguieron arrancar mejoras a los empresarios, inmediatamente después pudieron ver de qué poco les servía, porque casi ninguna empresa cumplía los pactos alcanzados con los trabajadores.
La escasa voluntad de las empresas de cumplir los acuerdos con sus obreros, porque eso les reducía sus descomunales beneficios, junto con la proliferación de los sindicatos amarillos en la sierra minera, propició la inutilidad de las luchas obreras por mejorar sus condiciones de vida y trabajo.
Así, en 1918, se constituyó en La Unión, la sección unionense del “Sindicato Católico Obrero de Mineros Españoles”, cuyo lema era “Unos para otros y Dios para todos”, y el día 20 de diciembre del mismo año, le tocó constituirse en Alumbres, que entonces ni siquiera disponía de local, el cual se inauguró en 1919. Tenían muchas prisas por descabezar al movimiento obrero combativo de la sierra minera, y no podían esperar a tener un sitio donde reunirse. 
Por esas fechas los sindicatos católicos estaban considerados por los trabajadores como sindicatos amarillos, no sólo porque eran fomentados por la Iglesia, sino por las similitudes que existían entre los planteamientos sociales de estos sindicatos y la patronal, o con los de los sindicatos creados por los propios empresarios como “La Legalidad”, obra sindical exclusiva de Maestre, que ofrecía a los trabajadores que se afiliaran a ese sindicato descuentos en las compras de su almacén, y regalos como el carburo y otros beneficios nada desdeñables para las economías de aquellos tiempos, que sin duda, hacía fácil presa de los trabajadores más necesitados.
El 21 de enero de 1919, se creó en Alumbres la Sociedad “Los Intransigentes”, una de las más importantes asociaciones obreras de la época en el pueblo, que después pasó a llamarse “La Envidiable”, y estaba ubicada en donde estuvo el Casino del Parrandero. En 1931, se levantó un edificio en la misma calle para la organización a la que se le denominó “Casa del Pueblo”, y que posteriormente los franquistas requisaron tras la rebelión militar. Por cierto, un amigo alumbreño nonagenario, me contó que en el local había una foto que recordaba a los mineros fallecidos el 7 de marzo de 1916, y un dirigente de los fascistas alumbreños de la época se ensañó con ella y tras tirarla al suelo la pisoteó hasta destrozarla.
Después de 1919, la etapa se caracteriza por el descabezamiento de las organizaciones obreras, y un descenso de las movilizaciones que se prolonga a lo largo de la década de 1920.
Sin embargo, se tiene constancia de una huelga en agosto de 1923 llevada a cabo por los trabajadores de La Parreta, al parecer con resultados positivos.

La dictadura de Primo de Rivera
La desmovilización de los trabajadores se agudiza durante la dictadura de Primo de Rivera de 1923-1929, que persiguió y reprimió duramente a los comunistas y a los anarquistas de CNT, cuya importancia como vanguardia en el mundo laboral de esos tiempos, era indiscutiblemente superior a la de otras organizaciones obreras como los amarillos y la UGT, que en lugar de oponerse a la dictadura se aprovechó de ella para fortalecerse.
            Entre los años 1924 y 1926, se recurrió a la intensificación de la producción utilizando para ello la superexplotación del obrero por medio de la prolongación de la jornada.
Se cree que de 1924 a 1925 creció en 2000 personas la población de La Unión, no obstante, todo era en parte, pura fantasía, porque a partir de 1927 la crisis de la minería se manifestó con toda su crudeza. La mayor parte de su población, al quedarse sin trabajo, empezó a abandonar la sierra y se marchaban a otras regiones, o se embarcaban en el puerto para otros países. Los dueños de las viviendas al quedarse desalquiladas las derribaban para vender los materiales, y el Ayuntamiento, para evitar que se siguieran destruyendo casas, puso un impuesto que gravaba el derribo de viviendas.
La crisis minera se intensificó desde principios de 1927, y sin embargo, la actitud obrera de resignación ante esta difícil situación contrastaba con la actitud combativa que había estado manteniendo en años anteriores. En el cuartel de la guardia civil se elaboraban listas de trabajadores en paro, con el propósito de llamar primero a los trabajadores de la localidad anotados, y evitar que se metieran antes a obreros de otros lugares.
Después de la crisis económica mundial de 1929, la ciudad de La Unión continuó su declive a pasos agigantados, cerraban los comercios y todo tipo de negocios, y la gente se marchaba de allí en masa. Pero la crisis de la sierra minera de La Unión afectó también a sus alrededores, de tal manera que en la ciudad de Cartagena cerraron también empresas de prestigio.
Sirvan como datos meramente orientativos que ilustren los efectos de la crisis de la minería en la población alumbreña, que a principios de 1900, había más de 3700 habitantes en la diputación, y a mediados de siglo unos 2200 en la diputación y 1300 en el pueblo.

El final de la minería.
En 1946, Peñarroya compró su participación en la Sociedad Zapata Portman, a la familia Maestre Zapata (descendientes de D. Miguel Zapata Sáez, más comúnmente conocido como el Tío Lobo, legendario minero que a finales del siglo XIX llegó a ser propietario de la mayor parte del negocio de la minería) y entonces comenzó la explotación a cielo abierto, y el mayor desastre ecológico de España y el Mediterráneo, con los vertidos al mar de los estériles mineros a partir de 1958.
Mina Nuestra Sª. de las Mercedes en La Hoya.  Foto: Francisco Atanasio Hernández

El cacho de pan de los mineros.
En la década de 1950 quedaban muy pocos trabajadores en Alumbres que se dedicaran a las labores de la minería, y a principios de la década de 1960 cerraban todas las minas del Gorguel y de La Parreta.

Algunos de nuestros mayores estuvieron trabajando en las minas hasta que cerraron y mientras tanto mantuvieron la costumbre de que cuando volvían a casa después de las duras jornadas de trabajo a las que estaban sometidos, siempre lo hacían con un cacho de pan de reserva y un trocito de companaje (embutido), con sabor a pirita y manganeso en el trapo, para que los hijos, que no iban muy sobrados de alimentos precisamente, pudieran disfrutar encontrando algo que llevarse a la boca cuando buscaran en su interior. Mi padre fue minero en su juventud y lo recuerdo con el poema siguiente.
CON TU ESTIGMA
Voy tras tus huellas
pegado al suelo
como una sombra.
Y descuelgo del archivo
de mi intimidad
la videohistoria
que aún conservo
con marca registrada
de una imagen infantil estereotipada.

Rastreo en las galerías
donde el barreno te hizo hombre
y rebusco ansioso por el trapo,
como un cachorro entusiasmado,
un cacho de pan de reserva
rebozado de pirita y manganeso.

Encuentro tus ansias
brillando en la blenda
y un día tras otro
pisándote los talones
me encuentro colgando
la luna a tu puerta.

Voy tras tus huellas
pegado al suelo
como un peregrino.
Y me aferro a las cadenas
de tu infortunio
como un fantasma impenitente.

Te encontré en el aire
practicando el vuelo libre,
pero era tarde
en el reino del oscurantismo,
y las tinieblas
se abatieron despiadadas
sobre tus despojos.

Busco en el aire un alivio
pido a los astros
su infinito entendimiento
y un torbellino de pasión
desenfrenado, me estremece
las entrañas.

Y respiro por fin
el influjo denodado
de un algo de libertad
indomable, que guareció
la envoltura
de tu sereno semblante.

Voy tras tus huellas
portando tu estigma
sin temor al fuego.

La desaparición definitiva de las labores propias de la minería en la sierra de la comarca llegó después de que Peñarroya España, presentara un Plan Estratégico de Adaptación Competitiva en el Ministerio de Industria en 1987, en cuyo momento comenzó el último episodio de ésta actividad.
Ya en 1988, Peñarroya – España, vende la explotación minera a Portman Golf, S.A. que en esos momentos, se suponía que se trataba de un grupo de voluntariosos empresarios de la tierra, que se hacían cargo de la empresa con la intención de mantener la actividad minera y los miles de empleos que en ese momento estaban siendo amenazados, entre directos, indirectos y por el llamado efecto dominó, pero todo fue un espejismo, incluso hoy, después de lo visto, se podría decir que en realidad, se representó una obra de teatro en la que los teloneros mejor pagados de la historia se llenaron los bolsillos en un solo acto.  
Ahí se puede ver el chorro de estériles y la zona de alrededor +- 9 m. de profundidad colmatada 
En 1990, el Lavadero Roberto, cesó de verter estériles al Mar Mediterráneo, con la bahía de Portman colmatada y totalmente desconocida, y en 1991, Portman Golf, que era en esos momentos el nuevo propietario de la Sociedad, decidió cerrar sus instalaciones, previa negociación de las indemnizaciones por despido de los trabajadores, pero sin obligación de poner un duro para la recuperación del medio.

Entonces terminó definitivamente la más larga tradición laboral de la sierra de Cartagena-La Unión, y por la que algunos oscuros personajes con pocos escrúpulos amasaron grandes fortunas, a costa de la salud y de la vida de los obreros, y la irreversible degradación del ecosistema, todo ello con la inestimable colaboración de los poderes públicos de turno. 

 Fuentes:
-Antonio Bernabéu Pérez. El 7 de marzo y después del 7 de marzo de 1916 en La Unión.
-Diego Victoria Moreno. Conflictividad y dinámica social en Cartagena y su cuenca minera                  1909-1916
-Francisco Atanasio Hernández. Alumbres en el siglo XX.
-Francisco Atanasio Hernández. Lo que me quedó de Alumbres en el siglo XX.
-Francisco Atanasio Hernández. Retazos de la historia de Alumbres.
-Francisco Atanasio Hernández. Alumbres algunas historia pendientes.
-José Antonio Lorenzo Solano. Portman Portus Magnus.
-Juan Bautista Vilar, Pedro María Egea Bruno y Diego Victoria Moreno. El movimiento obrero en el              distrito minero de La Unión 1840-1916
-Luis Mariano Muelas Espinosa. La Minería de La Unión. Tomo I

Documentos
-Francisco José Ródenas Rozas. Centenario del suceso del 7 de marzo en La Unión.

Prensa
-Archivo Municipal de Cartagena. El Eco de Cartagena.
-Archivo Municipal de Cartagena. Gaceta Minera.
-Archivo Municipal de Cartagena. Boletín de Minas.
-Archivo Municipal de Cartagena. Diario de Murcia.

Fotos
Francisco Atanasio Hernández 
La de los vertidos de estériles autor desconocido

2 comentarios: