martes, 18 de julio de 2017

UNA TARDE EN LOS CUCONES

            Por Los Cucones, se conoce a un tramo de la rambla que pasa por detrás del campo de fútbol de Alumbres, El Secante, y que en otros tiempos, a veces, era el vestuario ocasional de los equipos de fútbol.
            En otra época, Los Cucones era un lugar entrañable para los críos cada vez que llovía, y en esta parte de la geografía española ya entonces llovía poco, aunque cada vez que lo hacía lo era de forma torrencial, y se llenaban los agujeros en la roca caliza que formaba el fondo de la rambla de Los Cucones, y éstos se convertían en piscinas naturales durante unas semanas, tiempo que los críos aprovechaban para utilizarlos como lugar de baños.

            Las fotos del lugar que aporto son recientes y en ellas se puede observar que el cauce está lleno de maleza y escombros, pero por las fechas del relato, había varios rebaños de ganado de cabras y ovejas que frecuentaban estos lugares, además de que numerosos vecinos recogían hierbas para los animales que criaban en casa y para otras utilidades hoy caídas en desuso, por otro lado, era habitual la extracción de arena de la rambla para la construcción, por lo que se veía menos verde por allí. Además, los agujeros en la roca donde se bañaban los críos, hoy están cubiertos por la tierra y los escombros que la lluvia ha ido arrastrando hasta ellos, en cuyos lugares sobresale la maleza.
Los Cucones con la zona más rocosa en primer plano. Foto: Francisco Atanasio Hernández
Durante aquellos primeros días de septiembre, acababa de caer una fuerte tormenta que había hecho correr la rambla con violencia, y Los Cucones, se encontraban rebosantes de agua y de alegría chiquilleril. Desnudos, como habían venido al mundo, saltaban, nadaban, se zambullían, y eran felices, disfrutando del particular parque acuático que oportunamente la naturaleza les concedía dos o tres veces al año.
            Estaban tan concentrados en sus diversiones que no se percataron cómo alguien al que ignoraron totalmente, y que casualmente pasaba por allí, se acercaba a las ropas de los bañistas y haciendo con ellas un bulto informal, se las llevaba consigo y desaparecía del lugar con la misma celeridad y discreción que había aparecido.

            Unas horas después, empezaba a caer la tarde y los críos pensaron que ya era tiempo de marcharse, pero ¡Oh sorpresa! ¿dónde está mi ropa? ¿y la mía qué? ¿anda, mi ropa tampoco está? ¿quién se las habrá llevado? Aquél fue un mal rato de confusión y desasosiego, pero había que superarlo, y eso los críos saben hacerlo muy bien.
Vista de Los Cucones desde el Este. Foto: Francisco Atanasio Hernández
En cueros, no se podían presentar en el pueblo porque serían el hazme reír de todo el mundo, y no estaban dispuestos a pasar por esas, por otro lado tampoco podían llegar con esa facha a sus casas, porque en aquellos tiempos de carencias, algunos de esos críos sólo tenían para ponerse, la ropa que habían perdido, y lo normal es que los padres se tomaran el asunto a la tremenda. En esas condiciones, optaron  por esperar a que oscureciera para volver a sus casas envueltos en la penumbra de la noche, y consiguieron llegar a sus domicilios escondiéndose en cada esquina, y eligiendo los lugares más oscuros para evitar tropiezos inesperados y miradas inoportunas. Y cuando cruzaron el umbral de sus viviendas, el que más y el que menos se topó con otra mayúscula sorpresa que les estaba esperando cuidadosamente doblada encima de una silla ¡Qué hace aquí mi ropa! ¿eso digo yo, si esa es tu ropa cómo es que vienes desnudo? ¡es que estábamos jugando y...! ¡ya, ya, no te esfuerces, que me sé la copla!

Al fin todos recuperaron felizmente sus ropas, y esa fue una alegría para el cuerpo, pero la felicidad fue corta, porque, unos con más y otros con menos fortuna, todos se acostaron con el culo caliente, puesto que los padres se tomaron en serio lo de darles una lección que no olvidaran nunca, y lo pusieron en práctica en aquel mismo momento. Y es que, ¡Hay que nadar y guardar la ropa!, según dice el refrán.
Agujero en la roca que se utilizaba para los baños. Foto: Francisco Atanasio Hernández
 
El Icue en la intersección de Puertas de Murcia, Carmen y Jabonerías de Cartagena
Foto: Francisco Atanasio Hernández
El Icue representa a los niños traviesos de Cartagena que se pasaban el tiempo jugando en la calle, por lo tanto, también podría valer para representar a muchos de sus contemporáneos de Alumbres.


Fuentes consultadas y/o utilizadas

Libros
-Francisco Atanasio Hernández. Alumbres en el siglo XX.
-Francisco Atanasio Hernández. Retazos de la historia de Alumbres.
-Francisco Atanasio Hernández. Alumbres algunas historias pendientes.

Fotos
-Francisco Atanasio Hernández. 

Testimonios
-Mis recuerdos.

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