martes, 20 de febrero de 2018

ALGUNAS BUENAS PERSONAS


Los que me conocen bien, saben que soy de esas personas que van por la vida a cara descubierta, cuando algo o alguien no me gusta, no tardo mucho en dejarlo claro de una u otra manera, y por la misma razón cuando admiro o quiero algo o a alguien, no me corto un pelo para manifestarlo abiertamente y sin tapujos.
Y como cada cual yo tengo mis preferencias, de hecho este escrito va dedicado a poner de relieve algunos valores de personas del pueblo a las que le he encontrado alguna virtud que resaltar.
Claro que, como no soy de los que se dedican a chupar candaos, ni limpio levitas de ningún poderoso o corrupto, ni enaltezco a los embaucadores y explotadores, de aquí o de allá, mis personajes son todos gentes del pueblo llano, trabajadores que han tenido que sudar lo que consiguieron en la vida, y que destacan sobre todo por su humildad y generosidad.
Yo no soy como algunos meapilas y beatos de conveniencia, que respaldan y protegen las inmoralidades, o la incompetencia de otros paisanos, siempre que tengan la “sensibilidad”, de favorecer a San Roque, a la Virgen de la Caridad, a Santa Bárbara, o a cualquier otro santo venerado en la localidad, destinándoles unos euros extras de su bolsillo, o mejor del erario público a ser posible, para dedicarlos a las fiestas patronales, a flores para los tronos, acompañamiento musical de las procesiones, etc., etc., a la vez que critican y difunden sin ruborizarse, como expertos en hipocresía, a quienes no son de su cuerda y condición, con chismes y bulos, fabricados en la barra de los bares y camino del sermón.
              
                                                                                    Francisco Valera Hernández “el Rubio”  
                                                       
El Chinche, El Rubio y Pepe el Sespero
De estas tres buenas personas solo tengo palabras de agradecimiento porque siempre, siempre, me trataron con respeto, y en mi memoria quedará para siempre grabado todo lo que hicieron en sus horas libres, altruistamente, por los jóvenes futbolistas de mi generación en los años 60 del pasado siglo XX, nos entrenaban, barrían y alineaban el campo de fútbol, nos incluían en campeonatos comarcales, etc., y luego en 1973, los tres, participaron en la Primera Directiva de La Salle Minerva, que tanta gloria dio al fútbol base de Alumbres. Siempre de forma altruista, siempre dando todo a cambio de nada.
           Francisco Valera Hernández “el Rubio” y José Conesa Hernández“Pepe el Sespero” hace tiempo que se fueron al más allá, pero dejaron huella entre nosotros.

El Rubio recaló en Alumbres procedente de Bullas. Lo recuerdo como una persona sencilla y muy trabajadora y todo el tiempo que lo conocí estuvo dedicado a colaborar con el fútbol del pueblo. Primero en los años 60, cuando yo jugaba con los infantiles era él, el Chinche y Pepe el Sespero quienes nos lo hacían todo.
Estuvo ahí, en las diferentes directivas, en casi todo el período de La Salle Minerva, desde 1973 hasta mediados los 90 con Frigoríficos Morales.
De Pepe “el Sespero” tengo que decir que era una persona admirable, respetuosa y desprendida, de quien tengo algunas fotos del fútbol alumbreño gracias a él, y unos recuerdos de los principios de La Salle Minerva, que guardo como un tesoro.
                                                             José Conesa “Pepe el Sespero”. Foto: Francisco Atanasio Hernández
¿Qué puedo decir de Ginés Valero Martínez “el Chinche”?
Si hay una persona viva en el pueblo que sin ser de mi familia respeto y lo cuido como si lo fuese, es él. Del Chinche he escrito muchas de sus historias en mis libros, y además ha colaborado conmigo en mis artículos donde solamente precisaba de la memoria, y él, por suerte, con sus 87 años, aún tiene una memoria envidiable y siempre está dispuesto a colaborar en la medida de sus posibilidades.
 Ginés Valero Martínez “el Chinche”. Foto: Francisco Atanasio Hernández
Ginés Valero, nació en 1930, y no es ni un rico industrial ni un artista famoso, ni siquiera un prestigioso político acostumbrado a los aplausos.
Tampoco tiene títulos académicos de los que poder alardear ante los vecinos, eso sí, sabe leer y escribir, y se sabe las “cuatro reglas”, lo suficiente para salir adelante.
Sin embargo, todas esas carencias clasistas y culturales no le han impedido participar en la mayoría de las organizaciones del pueblo con lo que él humildemente puede aportar, voluntad y trabajo.

Flora y Ginelo.
Flora García Moreno y Ginelo, formaban un matrimonio sin hijos que vivían en la calle Progreso de la zona del Zaraíche.
Yo tuve la suerte de beneficiarme de la carencia de hijos de esta pareja de buenas personas, y siempre que podían me cobijaban en su casa y me daban una rebanada de pan con aceite y azúcar que en aquellos tiempos de escasez de los años cincuenta, era un manjar inigualable.
Alguna vez, en el día de La Candelaria, Flora cogía de una mano a María Fulgencia Egea Barcelona, hija de su sobrina y de otra a mí y nos llevaba a las higueras que había detrás del monte del Tío Gil, a disfrutar de la compañía de los críos que la naturaleza le había negado, y también a ver cómo nos comíamos la sabrosa y esponjosa tortilla que con esmero maternal nos había preparado para la ocasión.
Ginelo tenía la cara picada de haber pasado la viruela y trabajaba donde podía, unas veces lo hizo en las minas y otras recolectando leña en los montes que luego transportaba a los lugares de venta en su burro.
Tanto Flora como Ginelo eran dos personas con una sensibilidad para los críos fuera de lo común y justo es ponerlo de relieve, y más que nunca ahora que tanto escasea esta especie.
Cuando se hicieron mayores pusieron un puesto de chucherías en su casa. Ninguno de los dos existe ya, pero nunca desaparecerán de mi memoria.

Andrés Campillo Vélez.
Había nacido en Mazarrón y fue soldado durante la guerra carlista en 1873, una vez licenciado vino a vivir a Cartagena donde residían sus padres. En julio de ese mismo año se unió a los cantonales, y tomó parte activa en el movimiento, siendo elegido capitán de una compañía de artillería y designado para defender el Castillo de Despeñaperros, donde estuvo durante todo el tiempo del sitio.
Una vez terminado el movimiento, Andrés anduvo errante de pueblo en pueblo huyendo de las persecuciones de que eran objeto los cantonales.
Luego fue indultado y se trasladó a La Unión donde fue popularmente conocido como Andrés el Rufo, por su genio, y su constante charla sobre los sucesos del Cantón. A veces trabajó en la sierra y otras vivió de la caridad de los amigos.
Más tarde se domicilió en Alumbres, donde vivía solo, y en 1921 fue encontrado muerto por inanición cuando contaba 72 años.
Era muy apreciado y su muerte fue muy sentida.

Miguel Caparrós Martínez.
Caparrós no era natural de Alumbres pero residió en las casas de Felipe durante muchos años. En 1968 ganó la Lámpara Minera en el VIII Festival Nacional del Cante de las Minas de La Unión, que desde 1961 se viene celebrando en la vecina ciudad de la sierra minera.
No era la primera vez que participaba, pero sólo había obtenido premios menores.
En las fiestas de San Roque de 1977 participó con un recital de cante flamenco en la plaza de la Iglesia acompañado de un guitarrista.

                                                                          Cartel del Festival del Cante de las Minas 
                                                                                    Miguel Caparrós Martínez
            La vida de los mineros fue muy dura y muchas de las letras de sus canciones estaban en consonancia con la dureza de su existencia, aunque también las hubo optimistas y jaraneras, sirvan como muestra las siguientes coplas:

 Para tu familia el luto        
y para ti la mortaja.             
Si pa ti no es el producto    
Minero ¿pa qué trabajas?   

Vale más un minerico
con su ropa de trabajo
que todos los señoritos
calle arriba calle abajo.

Cuando San Pedro me llame
le contaré lo que siento
que al infierno me reclame
no le quede sentimiento
no tendré que acostumbrarme.

D. José Gutiérrez Meca
El médico D. José Gutiérrez Meca, seguramente es de los pocos galenos que han pasado por este pueblo con verdadera vocación profesional, y que tanto se echa de menos en estos tiempos de insensible materialismo predominante y escaso interés por los problemas de los demás.
Entregado totalmente a su profesión de curar a los enfermos, cuando consideraba que alguien no podía ser atendido debidamente en la consulta del pueblo, le hacía que fuese a su consulta particular de Los Dolores donde disponía de equipamiento suficiente, y si el paciente carecía de recursos económicos, esa circunstancia no iba a suponer ningún problema para ser atendido minuciosamente, además de que no tenía que preocuparse de nada, porque ni la consulta, ni la mayoría de los medicamentos le costarían una peseta.
Todo lo cambia el tiempo, y salvo que se dispone de consultorio médico en horas programadas, y una farmacia bien dotada con un farmacéutico atento y servicial, nada más se puede añadir.

El Tío Gilito.
Este hombre era un trabajador de Bazán que, en aquellos años en los que lo más corriente entre los adultos era que supieran poner su nombre y poco más, tenía una merecida fama de persona inteligente y preparada para la realización de diversos trámites burocráticos, a diferencia de la mayoría de la población. Si alguien necesitaba dirigirse a alguna institución, solicitar empleo en la administración, “echar una instancia”, realizar una reclamación, etc., de inmediato te decían ve al Tío Gilito, y verás cómo te “arregla los papeles”.
En esa época, de las décadas cincuenta y sesenta Alfonso Gil, era una persona de los imprescindibles en los pueblos como Alumbres, pero además se sabe que realizaba labores de alfabetización a domicilio por los campos de Cartagena, tanto a mayores como a jóvenes y niños que no podían ir al colegio, y el trayecto lo realizaba en su bicicleta.
Vivía en la calle Jazmín y tenía tres hijos, Juan, Teresa y Luisa.

            El Rosita.
Pedro “el Rosita” era natural de Alumbres, pero en los años sesenta trabajaba en Francia y tenía en el pueblo a su familia en una vivienda solitaria que había junto a la vía, antes de llegar al puente que hay camino de la finca del Levita. Cada año, por lo menos, venía a ver a los suyos y en innumerables ocasiones, los jóvenes adolescentes de aquellos años tuvimos la oportunidad de escucharle contar historias extrañas y costumbres diferentes a las que estábamos habituados, pero sobre todo le escuchábamos muchas veces cantar en francés y en castellano el Himno Nacional de Francia, La Marsellesa, de la cual transcribo aquí unas estrofas y el estribillo, que entonces sonaba en los oídos de los jóvenes que la oíamos como algo ininteligible que inclinaba a la diversión y a la risa, porque a veces, la ignorancia de los que no les dejan ver más allá de la punta de sus narices, suelen transformar en humorísticas las cosas más serias.

LA MARSELLESA
Marchemos, hijos de la patria,
Que ha llegado el día de la gloria
El sangriento estandarte de la tiranía
Está ya levantado contra nosotros (bis)
Está ya levantado contra nosotros
¿No oís bramar por las campiñas
A esos feroces soldados?
Pues vienen a degollar
A nuestros hijos y a nuestras esposas
Estribillo
¡A las armas ciudadanos!
¡Formad vuestros batallones!
Marchemos, marchemos,
Que una sangre impura
Empape nuestros surcos.
¡Qué pretende esa horda de esclavos,
de traidores, de reyes conjurados?
¿Para quién son esas innobles trabas
y esas cadenas
tiempo ha preparadas? (bis)
(continúa)


Fuentes consultadas y/o utilizadas

Libros
-Francisco Atanasio Hernández. Alumbres en el siglo XX.
-Francisco Atanasio Hernández. Lo que me quedó de Alumbres en el siglo XX.
-Francisco Atanasio Hernández. Retazos de la historia de Alumbres.
-Francisco Atanasio Hernández. Alumbres cien años de fútbol 1909-2009

Documentos
-Francisco Atanasio Hernández. Memorial del Festival del Cante de las Minas 1991 (archivo particular)

Prensa
-Archivo Municipal de Cartagena. La Tierra.

Fotos
-Francisco Atanasio Hernández.
-Ganadores del Festival del Cante de Las Minas.

martes, 6 de febrero de 2018

ASÍ SE FABRICAN LOS CHORIZOS MARCA ESPAÑA


          Cualquiera diría que la elaboración de un buen chorizo es fácil, pero los expertos saben que para conseguir un embutido de calidad, todos los ingredientes que hayan de utilizarse también tienen que serlo, y nunca hay que olvidar la mano de los expertos, el toquecito ese que sólo los maestros choriceros saben darle en el proceso irremediable de la manipulación y el envasado.
Cerdo. Foto: Francisco Atanasio Hernández
La materia prima del chorizo es el cerdo principalmente, y en nuestra tierra abundan más los puercos que los nobles amigos del hombre, pues de ese animal omnívoro, capaz de comer todo lo comestible, incluida la carroña si se la encuentra en su camino, se utiliza todo, el morro y el cerebro en especial, con el fin de que el producto final, el embutido, contenga todas y cada una de las materias esenciales que caracterizan al marrano, y las más importantes no pueden faltar.
Chorizos. Foto: Francisco Atanasio Hernández
En este país, los chorizos se fabrican entre sórdidas paredes de hormigón, debidamente insonorizadas, dotadas de cómodos sillones de piel y mesas redondas de roble, donde cada uno de los profesionales tiene reservado un lugar privilegiado, para que se sientan a gusto cuando comience la elaboración del sabroso manjar.
Además del marrano como materia principal, es necesario que contenga un número determinado de ingredientes, una prevaricación por aquí, un indultito por allá, un enchufito por un lado, un currículum adulterado, una sagrada bendición y un presentador influyente por el otro, además de una buena foto y una buena campaña publicitaria pueden poner bonito a lo más desagradable, y aunque el proceso tiene varias fases que deben de cubrir cada uno de los especialistas que participan en la elaboración del embutido, la calidad del producto final está garantizada.
Dibujo: Francisco Atanasio Hernández
Primero interviene el especialista en seleccionar al guarro, que tiene que ser un personaje bien situado, con mucha experiencia y carente de escrúpulos, y en todo caso, un leal servidor de la casa sobre el que no se tengan dudas de que hará un buen trabajo de designación.
Seguidamente se entra en el proceso mismo de la fabricación del chorizo, en el que los especialistas deben de tener en mente que cuanta más suciedad haya en las manos que manipulen el producto, más cantidad de sabores y tonalidades contendrá el producto final, que sin duda agradecerá el cliente el día que lo ponga a prueba.

Pronto comienza la fase de los maquilladores y embellecedores de imagen, entre los que cabe destacar, la poderosa maquinaria de servidores públicos y la mediática afín, (bien engrasada con dinero de las arcas del Estado) sin cuyo toque especial el producto nunca sería el mismo, porque estos especialistas se encargan de limarle todas las asperezas que lleve el producto de origen y de darle un toque de distinción y una apariencia apetitosa para evitar el rechazo de los consumidores, que aunque torpes en general, porque no distinguen lo bueno de lo malo, a veces, si no se “pule” el producto se deja a merced de la suerte, y un buen comercial no puede someterse a esos riesgos.
                                                                             Dibujo: Francisco Atanasio Hernández
Una buena presentación en sociedad, mediante un buen proceso de difusión de la imagen sutilmente manipulada y suficientemente edulcorada en los medios más importantes de la comunidad regional y nacional, acerca de forma rápida el producto a los consumidores, que de verlo una y otra vez, su esencia pronto calará en la población, que al fin y al cabo son quienes lo han de consumir.
La maduración y el sello de calidad, van unidos, y los especialistas tienen que actuar con determinación y sacar el producto a la calle a que le dé el aire y coja color y textura, entrando en contacto con los consumidores para una madurez adecuada a las exigencias del mercado, por lo que ha de conocerse in situ por el personal que podrá apreciar por sí mismos sus cuantiosas y exquisitas cualidades.
Chorizos. Foto: Francisco Atanasio Hernández
El trabajo de maquillaje y difusión de la calidad del producto no se puede relajar un instante, por lo que los técnicos de la imagen deben de continuar su labor, incluso cuando el producto esté ya en el mercado, a veces con más profesionalidad y celo todavía, evitando la divulgación de opiniones que puedan manchar la buena imagen del chorizo protegido (a eso en otro tiempo lo llamaban censura. ahora lo llaman libertad).
Por último, el sello del Chorizo con Denominación de Origen lo promueven los jefes de la fábrica donde se ha elaborado el producto, el cual podría tomar una llamativa denominación y ocupar un lugar destacado en la estructura de la fábrica y de la sociedad, según el interés de los más importantes socios capitalistas que lo elevarán a los altares si fuera preciso.
En fin, pueden adoptar cualquier honorable nombre que se les ocurra y ocupar un lugar preeminente en la sociedad, porque esos sí serán los elegidos, según las santas escrituras y las que no lo son también, los demás, la mayoría de los que los eligen y mantienen en sus cómodos sillones, son la carne de cañón, las marionetas necesarias, unos pringaos.              
Hace muchos años, en la década de los 90´del pasado siglo XX, realicé un poemita de contenido político social cuyos principios están tan vigentes como entonces o más.

                                 ES LA HORA DE LOS BUEYES

                        Llegaron las horas del sosiego y de la paz
                        y las noches se plagaron de relucientes estrellas
                        para los noctámbulos y los bohemios.

                        Eran los días del silencio de los campos
                        y en sus tardes germinaron amapolas
                        que esculpieron el paisaje de colores indecisos.

                        Fueron los años del preclaro despertar
                        y un ramillete de rosas y de lilas
                        poseyeron a la diosa de los sueños.

                                   ¡¡ Ya no se llevan los yugos
                                               es la hora de los bueyes!!

                        Llegaron las horas de abolir el miedo
                        y un furioso torbellino de ansiedades
                        demandaba por las calles su inquietud.

                        Eran los días de la templanza y el ocio
                        y un vendaval de incontenibles pasiones
                        destronaba impudoroso la moral de las costumbres.

                        Fueron los años de entronar las libertades
                        y un inefable cortejo de fanfarrias y arlequines
                        despidió a los ideales en su última morada.

                                   ¡¡ Ya no se llevan los yugos
                                               dejad que salgan los mansos!!          

Poema
-Francisco Atanasio Hernández. Es la hora de los bueyes.

Fotos
-Francisco Atanasio Hernández.

Dibujos
-Francisco Atanasio Hernández.